Cuando el viento sopla, las hojas destellan como los cristales de los llamadores de ángeles.
Pareciera que saludaran al viento con ese vaivén y nos recordaran el ruido de la lluvia, confundiendo su elemento... Tan poco le importa al viento que vuelve a pasar, una y otra vez, tal vez porque le gusta ese ruido o esa música.
Tengo a Monet ante los ojos.