sábado, 8 de junio de 2013

Zuko

Después de un año, vuelvo a dibujar.

Proyecto Japon

Tapé mi rostro con las manos, apretando fuerte en un intento de no echarla de malas maneras,  puesto que no sería para nada educado pero casualmente era la primera de todas mis opciones. Recapitulemos, mis padres me dejan solo en casa diciendo que se van seis meses a no sé donde, llega esta chica desconocida diciendo que me conoce desde pequeño. Además de ello y para colmo viene a cuidarme porque resulta que mis padres no estarán ausentes seis meses, sino que un año entero. Parecía un sueño y realmente desee que lo fuera por un momento. El mundo estaba jugando todas sus cartas contra mí, el karma me estaba devolviendo todo lo malo que había hecho, lo sabía. Sonreí como si hubiese descubierto una terrible verdad, la miré desafiante.
- Lo siento pero vas a tener que irte
- ¿Eh? ¿Estás hablando en serio? – se me quedo mirando como si le hablase en otro dialecto.
- La verdad es que si, no estoy preparado para cuidar de alguien como tú –me obligué a tomarla de la mano y arrastrarla hasta el hall de la casa, la verdad es que tenía bastante fuerza y su oposición fue un pequeño problema para mí.
- Tetsu-kun, no deberías resistirte tanto, no es tan terrible como parece, además… -se zafó de mi agarre y al menos tiempo la solté, estaba mirando el suelo, me intrigó bastante aquello.
- ¿Qué sucede?
- No tengo dónde quedarme –se le veía bastante triste, sus facciones denotaban que había hecho que recordara algo doloroso.- Mis padres… mis padres acaban de fallecer –un par de lágrimas descendieron por su mejilla. Oh rayos, su humor cambió tan repentinamente que me desconcertó del todo. ¿Se supone que debía dejar que se quedara, se supone que debería darme lástima, compasión?
La miré inexpresivo, todavía tenía un resabio de ansiedad en el cuerpo. Asentí levemente mientras ella se pasaba las manos por los ojos, aparentemente no quería que le viera en ese estado pero no podía importarme menos. Sonrió de medio lado como si no hubiese pasado nada ¡Sus emociones cambiaban tan rápido! Siempre tan antitéticas.
- Haz lo que quieras, pero no me molestes –me encogí de hombros y me encaminé hacia la escalera sin prestarle atención. Como ella ya sabía y no necesitaba explicar, yo era una persona centrada en su propio “yo”, lo que ocurriera a mi alrededor ya no me incumbía.
Estiré los brazos hacia arriba, para desperezarme mientras subía las escaleras.
- ¿A dónde vas? –me observó desde abajo pero antes de que pudiese contestarle nada agregó- Dentro de poco estará listo el desayuno
Fruncí un poco el ceño por el hecho de que se tomara tantas libertades pero yo debía recordar que ella había sido mi amiga de la infancia o algo así, así que técnicamente nos conocíamos desde hace mucho tiempo y podría tener las libertades que quisiera.  Cerré la puerta de mi habitación y pude apreciar el desorden.
Un desorden que afectó completamente mi comportamiento, como odiaba que las cosas no estuvieran en su lugar; la cama deshecha y los libros tirados por todas partes. Y todo era culpa de ese monstruo. Apreté los puños un momento hasta que los nudillos se pusieron blancos, en cuanto me di cuenta relajé mi cuerpo y me dispuse a volver todo a su sitio. Junté los libros y los catalogué por autor, no me llevó tanto tiempo como me imaginaba pues conocía perfectamente los autores que poseía en esta mini biblioteca. Luego de aquello, a pesar de que la utilizaría nuevamente, tendí la cama. El orden restablecido era aliviador de mis nervios, era una especie de terapia neurótica.
Tomé uno de los volúmenes de mi estantería, los libros estaban gastados por su uso, mas no maltratados que era lo que más me importaba. Era esencial para mí tener aquellos objetos tan preciados, aquellas obras maestras que me comprendían, había leído muchas historias sobre quienes perdían el conocimiento pero nunca me había sentido realmente identificado. Me recosté en la cama y me dediqué a pasar las hojas, a veces volvía a leer cosas que no entendía pero con el paso de los años uno comienza a deducir los significados de las palabras por el contexto y se terminan aprendiendo muchos términos nuevos.  Ese aspecto también me gustaba, había considerado muchas veces el hecho de sentarme y escribir mis propias historias para llevarme a otro mundo, un mundo propio, un mundo donde las reglas las hiciera yo, pero nunca me había animado, sentía que aún no contaba con las herramientas necesarias.
Al cabo de un Sonia-sempai entró como bala de cañón en mi cuarto; sin avisar, con mucho ruido y haciendo un destrozo. Si no mal recuerdo la puerta se abrió de golpe dando paso a una figura casi irreconocible junto con un grito de emoción –era sorprendente su capacidad para derivar en estados de ánimo totalmente contrarios. Mi corazón comenzó a latir muy rápido gracias al susto que medió, y como si fuera poco se dio el lujo de toparse con una de mis estanterías y haciendo que todos los libros, del primero al último cayeran en el suelo. Después de todo el tiempo que me había tomado acomodarlos, volvían a estar donde anteriormente se encontraban esta mañana. Fruncí el ceño, no podía ser más molesta ¿Cuánto había pasado, diez, quince minutos? ¿Veinte como mucho? Me senté en la cama observando el desastre.
- ¿No podrías ser un poco más normal y entrar como una persona civilizada?
- Auch, otra vez… -se lamentó como la niña inmadura que era y luego me miró con una sonrisa tan radiante como el sol- ¡Vamos a desayunar!
- No sé porqué te empeñas en estar alegre, si estás sufriendo tanto deberías demostrarlo como cualquier persona lo haría.
Su rostro se ensombreció por un momento, sabía que no quería hablar de ello y la forma más fácil de evadirlo fue, claro, lanzándome un libro a la cara. Lo esquivé apretando los dientes, ¿No tenía absolutamente ninguna idea sobre el respeto de los espacios y los objetos personales? Además ¿Tanta manía le tenía a mis libros?
- No seas tonto, vamos a desayunar!
- ¿Qué? –se puso de pie como un rayo y cuando me di cuenta ya me estaba arrastrando escaleras abajo, y me estaba tomando de la mano, osea, me estaba tocando ¡Dios santo! - ¡Suéltame, puedo caminar solo!
- Malhumorado –rió y siguió con todo su show sin sentido.- ¡Hice sopa de miso!
- Como si fuese algo tan nuevo…-bufé. Esta mujer se creía que nunca había probado tal cosa como la sopa de miso. ¿De qué mundo venía?
Cuando entré en la cocina sinceramente temía encontrarme con el destrozo de media casa, hasta me la imaginé saludando alegremente a los vecinos desde un espectacular hueco en la pared, por suerte todo estaba en orden. Nos sentamos a la mesa, debo reconocer que la cosa tenía buena pinta y en cuanto lo probé solo esperaba que no estuviese envenenado. En efecto, sabía muy bien y mis signos vitales eran normales así que no corría ningún tipo de riesgo. Afortunadamente desayunamos en silencio, la observé un momento, se veía concentrada en su comida y en a lo que se refiere con “concentración” es que ya llevaba comiendo su tercer plato cuando yo iba a la mitad del mío. Me reafirmé que no existía una persona así.
- ¡Oh Dios! Que llena estoy
- Pero si haz comido tres platos, te parece poco? –abrí mucho los ojos, mi tono era de reproche. Está bien, el desayuno era la comida más importante, pero también necesitaba poder moverse, para algo iba tener tanta energía… Y... Realmente no quería ni imaginarme el grado de hiperactividad que tendría durante el día si por las mañanas era así de alegre.
- Ay ya, siempre de mal humor Tetsukito
- ¡No me llames así! Además, es la primera vez que nos vemos después de más de diez años y me dices “siempre de mar humor” –la miré apretando los labios- ¿Qué te puedes acordar?
- De hecho me acuerdo de muchas cosas que hicimos juntos –sonrió, otra vez radiante. Suspiré levemente, me irritaba, me molestaba, quería volver a confinarme en mi habitación.
- Oh, por favor, no quiero oír historias viejas. –me hacía a la imagen mental de mi sempai como una abuela narrando sus épocas de juventud y comparándolas con el comportamiento actual de los jóvenes.- vas a parecer mucho más vieja
- Sube a tu cuarto, jovencito! –se paró y señaló las escaleras como si fuese mi madre, mi hermana mi tía o algo por el estilo. La miré escéptico un momento.
- Te haré caso simplemente para alejarme de ti lo más que pueda –me burlé para acto seguido ponerme de pie. Tomé todos los platos y los dejé en el fregadero antes de subir las escaleras rumbo a mi habitación.
Era una persona tan irritante que a la larga terminaría dándome dolores de cabeza. Cerré la puerta y, una vez más, acomodé meticulosamente el desastre que había dejado. Tendría que prohibirle esta habitación de por vida pero dudaba mucho que me hiciera caso después de las cosas que había hecho hasta ahora.
Me tumbé en la cama y miré el techo duramente un largo rato, aún debía llamar a mis padres para aclarar el asunto y deliberar si la echaba o no de la casa. De todas formas ya estaba oyendo a mi madre decir algún comentario sobre echarme novia o algo. Cerré los ojos, todas estas emociones en un tramo tan corto de tiempo me agotaban mentalmente. Era domingo así que no debía preocuparme por nada que fuese sobre ir al colegio o tal, ya mañana me tocaría lidiar con el mundo exterior y mis compañeros de clase. Poco a poco y casi sin darme cuenta, mis ojos se fueron cerrando para entrar en un mundo de inconsciencia no esperada pero aún y así aceptada de gran gusto.
Podría ser que hubiese estado un rato largo durmiendo, o tan solo un par de minutos, lo cierto era que me había venido de maravilla porque las tensiones que sentía se habían desvanecido y volvía a estar tan relajado como lo había estado antes de despertar esa mañana. Abrí los ojos, tenía la ventana frente a mi así que el color del cielo que era naranja me indicaba que era de tarde y que se avecinaba la noche. ¡Había dormido mucho! Sonreí para mis adentros, me quedé en silencio escuchando pero todo era calmo ¿Se habría ido? No lo sabía, pero encontré mi respuesta justo a mi lado, muy plácida e impune a todo castigo divino.
Los colores abordaron mi rostro como si siempre hubieran estado ahí, los nervios se apoderaron de mi y lo único que pude hacer fue gritar ¡Cómo se atrevía a costarse conmigo, en la misma cama!

martes, 4 de junio de 2013

¡Feliz Cumple Draco Malfoy!

Amor mio

Proyecto Japón: Sin título

Así continúa
 
- ¿QUÉ? –grité mientras la veía saltar en mi cama. A esa chica había que cuidarla, dudaba de sus capacidades siquiera para no… Un ruido estruendoso resonó en las paredes de la casa.
- Ay, ay, ay
De acuerdo, ahora comenzaba a creer más fervientemente que ella estaba completamente loca. Mientras saltaba había perdido el equilibrio al parecer y se había golpeado la cabeza con la pared. Me quedé inmóvil en mi lugar, cavilando si esa era la mejor oportunidad para huir de ella. En cuanto vi que ya no estaba concentrada en mí sino que seguía lamentándose su estupidez, salí corriendo de la habitación escaleras abajo y directamente a tomar el teléfono para en grito desesperado pedir a mis padres que no me abandonaran con una lunática en mi casa.
- ¡Tetsu! ¡Dónde fuiste!
- ¡No me llames Tetsu! No te conozco, entrometida –mascullé mientras marcaba el celular de mis padres para pedir una explicación, pero lo único que escuché del otro lado de la línea fue el mensaje del contestador.
- ¡Tetsu!
Giré mi rostro para verla llegar corriendo escaleras abajo y deseando que no se tropezara, sino sería el encargado de llevarla directamente al hospital. Comenzaba a sospechar que si no me sacaba de encima a esa muchacha sería más una carga que otra cosa. Inspiré suficiente aire como para hiperventilar mientras sentía  los nervios  a flor de piel. No habían pasado ni veinte minutos y ya sentía que necesitaba alejarme un kilómetro de ella.
- ¡Déjame en paz, entrometida!
- Ese no es mi nombre, soy Minami Sonia, puedes decirme Sonia –su radiante sonrisa me dejó sin aliento, pero lo que más me ponía exhausto era tener que correr por toda la casa cual ratón perseguido por un gato, esperando que no saltara sobre mí como tal.
En aquellos momentos tenía puesto unos shorts azules y una playera sin mangas y con capucha blanca. Claro, cómo no usar aquél atuendo a disposición si era tan fácil detenerme –no solamente porque era un desastre para los deportes. Como lo esperado, agarró con fuerza la capucha de mi playera en un momento crucial logrando no simplemente atraparme, sino ahorcarme y hacer que terminara sentado en el piso. De todos modos me sentía una persona totalmente persistente esa mañana y decidí que no me dejaría tan fácil.
- ¿Puedes dejar de perseguirme? ¡Déjame en paz! –le exigí de malas maneras.
Comencé a gatear mientras ella tiraba de forma contraria y el proceso de quedarme sin aire termino en que desistiera de mis intentos y me tiré en el suelo con la cara tapada. Mi corazón latía con tanta fuerza y mi cara no me dejaba un respiro, habiendo pasado por todos los tonos existentes del rojo y el azul –en el momento donde mi aire había escaseado demasiado. Mi respiración era irregular y temía mucho de lo que pudiera hacerme, sin embargo lo único que noté, además de mi cara contra el frío suelo de madera de la cocina fue que algo me tocaba la cabeza.
- ¿Tetsu? ¿Estas muerto?
Levanté la mirada un poco y la vi arrodillada junto a mí y lo que picaba mi cabeza era un dedo suyo. Quedé mudo un momento, mientras una mezcla heterogénea entre timidez y enojo se apoderaba de mi como una fuerza conocida y familiar, pero al mismo tiempo totalmente descontrolada y hacía que volviera a esconder la cabeza.
- Por favor, déjame en paz –murmuré contra el suelo sin ganas de hacer nada, preso de la tensión en el ambiente que envolvía aquella sala, a sabiendas de su alarmante cercanía. Realmente no quería verla, ni escucharla, solo deseaba que desapareciera como por arte de magia. Solo quería que el suelo la tragara, o como último recurso, que me tragara a mí.
- Anda, no estés asustado, no voy a hacerte nada.
No respondí, yo ya le había hecho la petición pertinente y el hecho de que ella me hiciera caso o no corría pura y exclusivamente por su cuenta, por ello no sabía cuánto tiempo habría pasado en silencio ni cuánto rato debería quedarme acostado. Era una situación realmente extraña,  imaginaba que aquello sería la misma escena que si estuviese en un bosque, un oso me hubiese comenzado a perseguir y ahora estuviese haciéndome el muerto para que perdiera el interés en mí y buscara otra cosa qué hacer. Si, esa teatralidad en mi era realmente recurrente cuando cosas extrañas de ese tipo me ocurrían –nunca.
-Has cambiado mucho, estás más alto que yo. Y yo no te recordaba tan miedoso, parece que no haber crecido conmigo te volvió un debilucho… -rió. Me repugnó ¿Qué sabía ella de mí? – Tetsu, no te hagas el muerto. Ya conozco la táctica del oso –realmente no lo se, porque no estaba mirando pero imagino que se habría girado un poco o algo porque ahora el sonido de su voz me llegaba un poco más lejano- Me pregunto por qué tanta gente recurre a esa actuación cuando se encuentra conmigo…
- Probablemente porque eres una desquiciada –murmuré para mi mismo cerrando los ojos y exhalando.
Aquello liberó un poco mi tensión y me animé a descubrir la cabeza para encontrarme sin nadie. Poco a poco me animé a sentarme, siempre alerta, siempre despierto. Solo esperaba que no me diera un infarto apareciendo de golpe frente a mí como solían hacer en el instituto simplemente para molestarme. Crucé los brazos y miré un poco el suelo hasta que aparecieron sus pies descalzos. Me mordí el labio y fui subiendo la mirada poco a poco hasta tenerla frente a mi completamente, me señalaba con el mismo dedo que en un pasado había usado para comprobar mi vitalidad. ¡Era tan extraña! Creo que pasaron veinte segundos completos antes que su voz volviera a resonar –creo que incluso por toda la casa.
- Yuuna Tetsu, nos conocemos desde que tenemos cuatro años.
- Estás loca, yo no … -me la quedé mirando, porque era lógico que no tuviese recuerdos de esa edad. Era lógico, totalmente.
Cuando yo estaba cumpliendo los seis años de edad, mis padres –aficionados a los viajes, como ahora bien saben- decidieron que visitaríamos un lugar especial. Mientras íbamos por la carretera se había hecho de noche y una lluvia repentina había azotado el auto con ferocidad pero mi padre no había considerado aquellas, razones suficientes para detener nuestro trayecto y optar por nuestra seguridad. Todo eso le costó que destrozara el auto contra un árbol y que yo perdiera todos mis recuerdos de ese momento hacia atrás. Lo bueno es que no dejó secuelas pero nunca más pude recordar las cosas que había vivido en el pasado, fue como comenzar mi vida desde cero, todos los amigos que tenía al no recordarlos preferí ignorarlos. Según lo que me contaron mis padres cambié completamente mi personalidad, y puedo agregar que tengo una pequeña explicación para ello. Simplemente fui abrumado al ver tantas caras desconocidas, le hecho es que yo no era uno más y tenía que intentar recordarlos a todos hasta que me di por vencido y decidí no esforzarme más. Había perdido todas las esperanzas cuando el doctor había dicho que no había cambios en mi cuadro, era pequeño, pero no era tonto y cuando te dicen con todas las letras que no vas a recuperar la memoria por muchos estímulos que se recibieran, era que no.
De esa manera cambié completamente de ser un niño común, muy cálido y  amable a ser uno totalmente indiferente con la vida. Me fui amigando poco a poco con los libros ya que no demandaban absolutamente nada y podía permitírmelos hasta llegar a ser lo que era ahora. Bueno, yo.
Cuando me di cuenta ella estaba sentada junto a mí, sin rozarme, creo que había captado mensaje y decidió no molestarme.
- ¿Ahora me recuerdas? –la miré de reojo y sentí que sus palabras estaban impregnadas de resignada esperanza.
- No
- Me imaginé, intenté muchas veces acercarme a ti luego del accidente pero siempre te mostraste indiferente y reacio a escucharme, o mirarme. –se abrazó las rodillas y colocó la cabeza sobre ellas sin dejar de mirarme. Realmente no me sentía conmovido por sus palabras, yo no era empático con la gente, yo no podía comprenderla. Yo me sentía solo incluso en las habitaciones más abarrotadas de personas, tampoco intentaba socializar, solo los monosílabos correctos para informar y cortar las conversaciones a tiempo antes que se extendieran más de lo que deseaba.
- Si… si pudieras dejar de mirarme fijamente te lo agradecería –comenté apretando los labios, nuevamente con las mejillas coloradas. Aparté la mirada intentando pensar en otra cosa.
- Si me dices Sonia…
- No voy a llamarte Sonia, no te conozco.
- Tetsu…
- ¡No me llames Tetsu! –espeté inspirando aire y poniéndome de pie. La miré desde arriba desafiante.
- ¿Tetsunyan?
-¿Eh? ¡Deja de burlarte de mi! –le miré incrédulo ante tal ridículo sobrenombre.- De ninguna manera
- ¿Tsuki?
- ¡Deja de ponerme apodos! –estaba tan exasperado, ahora recordaba porqué no me gustaba la gente. De todos modos Tarumi siempre usaba nombres experimentales y tontos en mí.- Simplemente dime Tetsu-kun –ya estaba totalmente malhumorado y el resigno se apoderó de mi como una ola gigante. Moví la cabeza hacia los costados y proseguí a  sentarme en el sofá mientras cavilaba qué iba a hacer con ella.
- Bueno, Tetsu-kun, puedes llamarme Sonia-sama –la miré unos momentos, pensando que era una broma, pero veía que ella iba muy en serio.
- ¿Sama? ¿Tan vieja estas?
- Oye, que ya estoy  cursando el segundo año en la universidad –aparté la mirada, de lo contario había un alto grado de que los rayos que salían de sus ojos me dejaran en piedra cual medusa enfurecida.
- ¿Minami-san? –murmuré por lo bajo, pero una especie de gruñido animal proveniente de donde ella se situaba me llevó a la deducción de que no era el indicado. Ahora que lo pensaba debería ser bastante cuidadoso con ella.- Sonia-sensei –el gruñido se detuvo, pero la malas vibras continuaban ¡Qué demonios esperaba ella de mi! Seguí dándole vueltas al asunto hasta que otra vez tuve que ceder.- ¡De acuerdo! Sonia-Sempai ¿Está bien, es eso lo que querías?
- Nyaaaa, que mono. –yo, realmente no podía creer que aquella persona era mi sempai, pero… Se aproximaba a mi dando saltitos cual conejo, parecía tan emocionada con tal banalidad que me parecía muy extraño que pudiera siquiera haber entrado en una universidad.- Espero que nos llevemos bien en este año que queda
- ¿Año? ¿Qué, cuánto piensas quedarte? –le miré totalmente alarmado, más sorpresas. Realmente esa chica parecía una Caja de Pandora.
- ¿Eh? ¿Tu madre no te dijo? ¡Estaré aquí cuidando de ti todo el año mientras ellos se encargan de tu abuela!
En ese momento me sentí sobre un ring, en los últimos segundos de una pelea. El sudor corría por mi cara y mi espalda, estaba exhausto, agotado, deseoso de que el suplicio terminara… para estrellarme contra un K.O.

domingo, 2 de junio de 2013

Just... shut up


Sin dudas si viviera sola preferiria tener un gato por sobre todas las cosas. Para tener un perro tenes que tener patio y darles mucha bola, en cambio los gatos hacen la suya y si tenes ganas le das bola, sino no.

ARRIVA EL CAT POWER!

 photo tumblr_lqrexqZ7Q81qjj923.gif

Elenco de mi nuevo proyecto. Proyecto Japon; "Sin título"

En realidad lo nombre "Proyecto Japon" No, no es el nombre del relato xd Mas o menos aca abajo voy a poner los personajes que más influencia van a tener en lo que vayab escribiendo, esto podr{ia considerarse como spoiler, pero como estaba al pedo y no sabía qué hacer me dediqué a esto. La verdad que estuve buscando un rato largo actores y actrices que me sirvieran, si bien esta historia transcurre en Japón, los seleccionados fueron Coreanos xD En fin, acá les dejo la reseña de lso personajes.

Yuuna Tetsu
Actor: Ken'ichi Matsuyama
Reseña: Último año de preparatoria, próximamente en la universidad estudiando Licenciatura en Letras. Es un chico bastante introvertido, nervioso y algo apático. Le cuesta tener contacto con la gente, especialmente con las mujeres. (17 años)

Minami Sonia
Actriz: Lee Min Jung
Reseña: Antiguamente "cuidaba" de Tetsu cuando eran pequeños y ahora mientras sus padres están de luna de miel vuelve para cumplir su funsión de niñera. Estudia Ballet y el canto es su aficción. Está en segundo año de la universiadad. (19 años)

Okumura Haruka
Actor:  Lee Min Ho
Reseña: Compañero de clase de Tetsu, nunca presta atención a nada y siempre está volando en un universo paralelo. La música es su pasión, es un flojo por excelencia. (18 años)

Tarumi Momo

Actriz: Honda Tsubasa
Reseña: Así como Haruka es compañera de clase de Tetsu. Se enamora constantemente y siempre está en su nube de amor, actualmente está intentando llamar la atención de Haruka. Es muy dulce y amable, lo que desconcierta a Tetsu y hace que la evite todo el tiempo con lo cual se pone sensible. Es una llorona. (17 años)

Tarumi Koharu
Actriz: Shimazaki Haruka
Reseña: Prima hermana de Momo, va al  mismo instituto que todos pero está en primero de preparatoria. Suele ser exactamente igual a su prima ya que sigue sus pasos y solo tiene ojos para Tetsu aunque él no se dé cuenta. Siempre guarda una distancia prudente de él, es super tímida. (14 años)

Ayane Fuuka
Actriz: Hashimoto Ai
Reseña: Compañera de curso de Tetsu, es la presidenta del comité de estudiantes. Muy buena en los estudios y los deportes, se podría decir que es la predilecta de los profesores. Muy callada, no le agrada la gente y usualmente se ve envuelta en los problemas que ocaciona Sonia ya que son amigas de la infancia. (18 años)


Sin título

Último año en la preparatoria, luego de esos dos semestres sería libre de elegir lo que quisiera estudiar y no me vería obligado a hacer sociales con nadie, de hecho, nunca tuve que hacerlo pero el respeto siempre pareció algo fundamental en las bases de la vida en Japón y como integrante de aquella patria, no puedo ser la excepción a la regla. Soy un aficionado a los libros desde que tengo memoria y nunca encontré otro placer que no fuese perderme entre sus páginas. El tiempo fluía de otro modo, de manera que yo no tenía mucha noción de su trayecto y hacía que mis días fueran a penas simples parpadeos entre luna y luna. Amanecer habiendo terminado un libro empezado la noche anterior era una costumbre y hasta podría decir que un ritual para mí. Me llevan a otras dimensiones, las historias son mi mundo alterno, donde puedo escapar a mi realidad y sé que no soy el único pero cada cual lo siente a su manera. Supongo que es una mejor salida que beber o fumar, pero créanlo o no, se vuelve una adicción. Soy una persona totalmente introvertida, no me gusta la gente en general pero las situaciones me superan cuando se trata de mujeres. No pienso relatar mis penosas experiencias que afirmaron mi confinamiento en mi cuarto junto a mis únicos amigos de papel e historias infinitas.
No tenía hermanos ni hermanas, pero aún vivía con mis padres hasta que llegara la graduación y así poder ser tal vez un poco más independiente y seguir la carrera de Licenciatura en Letras. Era mi vocación, estaba totalmente enfrascado en aquella decisión que más tarde ese año debería tomar y estaba totalmente seguro que no me arrepentiría.
- Tetsu, estaremos fuera de Osaka durante un tiempo –sonrió mi madre mientras yo veía las maletas sobre la cama con aires de indiferencia. Pero, de hecho, estaba bastante intrigado a dónde iban y porqué.- Estaremos de segunda luna de miel –su risilla inundó un momento la habitación y quedé mirando a mi madre un poco atónito. La verdad nunca se me habría ocurrido tal cosa, pero lo dejé pasar y asentí.
 - De acuerdo
 - Cuídate cariño…-sonó la bocina del coche fuera de casa donde mi padre estaba esperando para irse, me asomé por la ventana entrecerrando los ojos, realmente parecía que querían largarse de ahí cuanto antes.- ¡Ya voy! –gritó mi madre tomando una maleta- Ayúdame, Tetsu.
 - ¿Por cuánto tiempo se irán? –pregunté mientras seguía escaleras abajo a mi madre cargando la maleta más grande. ¿Pensaban dejarme por mucho tiempo? Está bien que yo era bastante cuidadoso, limpio y sabía cocinar –no era la gran cosa pero al menos podría mantenerme vivo hasta que llegaran.
 - Seis meses –comentó con voz cantarina, tan feliz y tan aguda que podría haber roto mis tímpanos. Me la quedé mirando a la vez que pegaba un grito de protesta.
 - ¡No te parece mucho tiempo para dejar solo a tu hijo! –me quejé sin poder creerlo, de hecho. Mi madre puso una cara que no supe descifrar para nada y se subió al auto al mismo tiempo que yo cerraba el baúl del coche.
 - Adiós, pásatela bien y estudia mucho! –fue lo último que escuché de ellos. Mi madre se asomaba por la ventanilla y saludaba, radiante de felicidad. Rayos, bueno, ahora podría ver qué se sentía vivir completamente solo.
 Entré a la casa y suspiré, tendría que pensar en las cosas positivas que podría hacer. Leer. Leer mucho, tal vez sacar libros de la biblioteca de la escuela, caminé por el pasillo hasta el living mientras repetía en mi cabeza los títulos de todos aquellos libros que me hubiese gustado leer y nunca había tenido la oportunidad. Ya sea por el tiempo, el estudio o simplemente porque había comenzado con otros libros. Me recosté sobre el sofá y pasé el brazo sobre mis ojos, nunca había escuchado tal tranquilidad, no una tranquilidad que se prolongaría por meses, una tranquilidad que a la larga me haría sentirme solo y hasta se puede decir que deprimido. Fruncí un poco el ceño, no, imposible, si estaría con mis libros no había chance que sucediera nada parecido, yo podría evadir toda aquella situación enfrascándome con cualquiera de ellos y así el tiempo pasaría tan rápido como una flecha. Por eso no debía preocuparme sino por la cena de esa noche, y absolutamente todas las comidas que debería prepararme yo solo.
Tuve tanta suerte que logré cortarme con uno de los cuchillos favoritos de mi madre intentando rebanar un pepino, en la tele no dieron nada interesante, por lo cual cuando estuvo todo perfectamente ordenado y luego de haberme dado una ducha larga de agua caliente, terminé acostado en mi cama leyendo Dansu dansu dansu de Murakami Haruki hasta quedar dormido. Estaba tan confuso, posiblemente por la temática del libro de ficción.
Esa noche soñé, soñé con un peso aplastante que oprimía mi pecho como si fuese una nostalgia, varios recuerdos de mi pasado también formaban parte de esa presión y una dulce melodía acompañaba todo aquello. Intentaba reconocerla, pero parecía casi imposible. La visión de un dragón celeste que pasaba junto a mí como una exhalación me hizo creer que estaba dentro de alguna de las tantas historias por las que había pasado y que hacía una pequeña visita a ese mundo, me vi rodeado de agua, pero sin ahogarme, sino que respirando en ella y sintiendo su suave mecer. Toda aquella presión que posiblemente hubiese sido un resabio del sentimiento que mis padres me dejaron al irse había desaparecido como si nunca hubiese estado ahí y solamente escuchaba esa bella poesía con un ritmo tan tranquilo que hacía que todo mi cuerpo se estremeciera de pura paz.
 - ¡TETSU!
Un grito rompió aquella utópica felicidad en la que me sentía envuelto, empapado y a la que intentaba aferrarme con todo mi ser, en vano. Abrí los ojos, la melodía se había disuelto en el aire, el sol de la mañana quemaba mis ojos y me impedía ver. Busqué desesperadamente con mis ojos la fuente de aquél escándalo y mi cuerpo se quedó helado al ver aquella criatura.
 - ¡Tetsu, al fin despiertas! –su expresión me causó una sensación incómoda ¿Estaba enojada? – Intenté despertarte por todos los medios, tienes el sueño bastante pesado, eh? –y al instante había cambiado por una sonrisa. Yo… no entendía nada, qué hacía esa chica ahí, quién era y por sobre todas las cosas ¡Estaba tocando mis libros! Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando comencé a atacar cabos sueltos. Mi madre había sonreído de una manera tan extraña e indescifrable cuando se fueron ¿Tenía que ver esa mujer que tenía en frente con aquella expresión?
 Tragué saliva y comencé a devanarme los sesos ¿Había sido esa persona la opresión en mi pecho? ¿Había ella interpretado tan bella melodía? Cuando mis ojos se adaptaron a la luminosidad la observé detenidamente.
 - ¿Por qué no hablas? –su pregunta fue más una exigencia. Sus ojos eran color caramelo oscuro y su cabello tan negro como la noche. Lo que más me sorprendió fue que era tan largo, lacio y sedoso que cubrían sus hombros y espalda como una capa, un manto de la noche a su disposición.
 - Eh… -mi cara fue adquiriendo un color rojo violento ¡Una mujer, una mujer en mi habitación, tocando mis cosas! - ¿Qu-quién eres?
Aquello que fue una pregunta tan normal, tan casual, tan incauta e ingenua fue tomada por puro insulto y con lo que me encontré fue con una lluvia de libros que caía sobre mí como mensajeros del señor. Me cubrí con las sabanas y mis brazos sin poder creer toda aquella situación, tanto me estaba odiando esta chica por no saber quién rayos era. Yo no tenía la culpa que mi madre me ocultara cosas y decidiera repentinos viajes para dejarme solo.
- ¿Cómo que no recuerdas quién soy? ¡Qué cruel eres! ¡Muere! –y no se detuvo hasta que quedé enterrado y mortificado. Las mujeres eran muy crueles, yo no tenía la culpa de nada y siempre se me recriminaba absolutamente todo. El peso estridente de todos esos libros fue removido y luego las sábanas corrieron la misma suerte.
 - Realmente no sé quién eres ¿Mi madre tiene que ver con esto? –abrí mucho los ojos y corrí lo más lejos que pude hasta la otra punta de mi habitación hasta quedar arrinconado. Sin entender, confuso, intentando que todo aquello cobrara algún tipo de sentido oculto.
- ¡Mi nombre es Minami Sonia y soy tu niñera!