sábado, 3 de julio de 2010

Una de las tantas de sus historias

Me gustó como quedo en la ficha, asi que quiero ponerla acá. Esta es la historia mas completa que hice de Eline Blake. Mi personaje principal de roleo en todos los foros. Su personalidad es estable y raras veces varía, al igual que su historia. La original es que sus padres fueron asesinados por los mortífagos, fue llevada a la casa de sus abuelos por su hermano y cuando estos murieron por la edad, ella se quedo viviendo con su hermano.

Nueva Historia.


Sus abuelos maternos migraron desde Italia y los paternos fueron originarios de Inglaterra, pero estuvieron situados en las húmedas calles de Londres y no en Oxford, donde Eline nació. Sus padres se conocieron, naturalmente, en Hogwarts, llendo a la misma casa; Slytherin. Ella, una belleza de hielo, indiferente hacia el mundo, la vanidad personificada. Él tenía una lengua afilada y un coraje poco vistos, muy persistente se debería de admitir. Cuando estos dos simples alumnos se conocieron, no solo casi se odiaron al verse, sino que también sintieron algo mas allá que sus duros corazones pudiesen percibir; el amor estaba floreciendo. Un amor lleno de espinas y malezas, como cualquier amor entre serpientes si uno lo quiere ver de esa forma. Entonces, comenzó esa extraña relación de tratos hóstiles y atracción. Samantha Harrison con tan solo quince años y en quinto curso, futura medimaga. James William Blake, con diesiete años recién cumplidos y en último curso, que ya estaba estudiando para ser un Desmemorizador en el Ministerio de la Magia. Ambos, juntos, estuvieron muy interesados en el Señor Oscuro, siempre lo respetaron, pero no para llegar a ser verdaderos mortífagos en toda regla.

Una vez fuera del colegio, su noviazgo duró un par de años más dado al carácter conservador de ambas familias. Se casaron y se fueron a vivir juntos hacia Oxford. Se puede decir que aprendieron a soportarse el uno al otro, pero jamás dejaron esa relación tan contradictoria, por lo cual sus niños estarían acostumbrados a las fuertes peleas. Gracias a que las familias eran de una alta economía, jamás tuvieron problemas con el dinero ni nada por el estilo. Inesperadamente Sam quedó embrazada y con eso, apareció Sebastián, el niño mayor. Pródigo, su hermana estaría a su sombra toda la vida y eso se podía ver desde lejos. Inclinado hacia los estudios, la Historia de la Magia, la Astronomía, Artes Oscuras y todas esas materias que a Eline no le gustan, él sería el objeto de comparación, él sería el motivo por todos los problemas y el alejamiento de Eli, ese chiquillo que tan solo tenía meses, tenía un futuro prometedor.

Como era de esperarse, cayó en la casa de sus progenitores, volviendolos así más orgullosos de él. El caso es que gracias a su curiosidad y capacidad de rápido aprendizaje, estuvo muy cerca de ser un Ravenclaw, pero fue “salvado” por su carácter inexpresivo, mujeriego, arrogante y sumamente interesado. Una personalidad únicamente abolida por su pequeña hermanita que él aún no tenía ni idea que iba a tener. Pasó ese largo año en Hogwarts, se le veía muy metido en eso de las Artes Oscuras, las Pociones y demás, pasaba varias horas en la biblioteca, ciertamente en la Sección Prohibida. Y por ello, uno podía notar que le hubiese fascinado formar parte de los ejércitos del Señor Oscuro en su momento, pero para cuando él había nacído, Voldemort estaría a tan solo tres años de debilitarse a tal punto de que todos le creyeran muerto. Por tanto, nunca llegó a conocer realmente el poder de ese mago, pero claro, eso no fue un impedimento para él. Sus padres le brindaron toda la información que necesitaba, en anécdotas antes de dormir y demás cosas.
El caso es que cuando llegó Eline, se respiró un aire abrumador y se sintió la tensión en el ambiente. Sebastián no estaba contenta con ella, no la quería, porque ahora sus padres habían centrado su atención en otra cosa más pequeña y tierna que él. Pero de todas formas ¿Qué podía saber él con tan solo un año de edad? Bueno, los problemas vienieron, ciertamente, cuando ella aprendió a hablar. Se notaba que ella no era como la familia esperaba, jovial, chistosa, traviesa y desobediente. Además de todo eso, mentirosa, embustera, nunca prestaba tención a lo que sus padres tan arduamente intentaron explicarle. Ella era un alma libre, ella no tenía ataduras y siempre hizo lo que quiso, por muchas consecuencias que le trajese.

Ciertos puntos en la vida de la Gryffindor la marcaron, para bien o para mal y haciendo así un gran repertorio de anécdotas en su memoria, incluso de cosas que le sucedieron cuando era muy pequeña. A diferencia de su hermano, ella no era dócil, ella no tenía interés en lo que sus padres pudiesen enseñarle, ella no quería nada de eso. Solo pudieron entrenarla, a duras pernas, en todo lo que tuviese que ver con embrujos y encantamientos, haciéndola así, muy avanzada en su primer año. La morocha siempre tuvo un particular gusto por las cosas muggles, desde los cuatro años y gracias al permiso de sus padres ya que consideraban eso como una disciplina necesaria, comenzó con las clases de ballet y piano. En ese mismo tiempo fue cuando, de vacaciones en Frankfurt, Alemania, fue raptada por un Erkling. Salvada por su padre, el episodio nunca fue borrado de la mente de Eli, quedando como recordatorio una marca en la rodilla izquierda, de aquellos afilados dientes. Luego de un par de años más, las cosas siguieron su camino y la muchacha insistió con el patín sobre hielo, insatisfecha con sus dos actividades, mas los idiomas que le estaba enseñando su padre. La cuestión era que ellos siempre esperaban más de lo que ella podía dar, jamás la trataron del todo bien y luego se perdió casi toda relación, por culpa, especialmente, de Sebastián. Porque él estaba para cumplir los mandados de Samantha y James, porque él ofrecía más de lo que se esperaba, se superaba así mismo.

Cuando tuvo ya diez años de edad, Eli montó por primera vez una escoba, la que le había robado a su hermano durante unas vacaciones en un pueblo cerca de la frontera que tienen Inglaterra y Francia. Descubrió su pasión por el Quidditch y se enamoró completamente de aquél deporte, tanto así como la música, tanto así como los dulces, la nieve o el patín. Algo que destacaba de la chica era que ponía mucha pasión y entusiasmo a las cosas que hacía y le gustaba hacer.

El gran problema y lo que podría decirse, el gran giro en la vida de la Gryffindor fue cuando entró en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechizería. Fue a parar a la casa equivocada y toda esperanza y atisbo de cariño se borró de los corazones de quienes solían ser sus padres. Aquella chica amante de las cosas muggles, defensora de los sangre impura, había cortado el perfecto linaje Slytherin que habían heredado y forjado ambas familias. Llamándose a si misma “La oveja roja de la familia”, Eline agradeció haber entrado en Gryffindor, únicamente para ser llevándole la contraria a sus padres.

¿Qué, dónde había quedado Sebastián? Sebastián seguía con su cabeza metida en lo suyo, haciéndole entender a su hermana que él no estaba interesado en ella y que no le agradaba, ni nunca le había agradado, mas nunca se imaginó que se volvería a acercar a ella luego de su selección. No fue de golpe, sino que, fue en progreso. La morocha estaba siempre sola, aunque la habitación estuviese rebosante de gente, ella no hablaba con nadie, estaba afectada, había sido un golpe bajo. Aquellos muros que había levantado, fingiendo únicamente estar interesada en ir contra la corriente, en no querer aceptar las cosas que le dijeran sus progenitores, se habían desmoronado. Los escombros aún estaban y esos eran los que le daban a la niña fuerzas para no llorar, para no desesperarse como quería hacerlo. Había sido desplazada por su propia familia por ser demasiado diferente a ellos. Por no ser como ellos querían que fuese.

Con a penas once años de edad, Eli era una de las personas más cerradas del colegio, cerradas en cuanto a verdaderos sentimientos porque en realidad a ella casi ni le costaba poner una sonrisa en su rostro y fingir que todo estaba bien. Pero dicen que hay veces que sonreír mientras el alma llora es una de las cosas más difíciles, y la gente no tenía idea de cuan acertada estaba.

Fue un día de invierno. La pequeña niña estaba sentada en uno de los bancos del patio interior, frente a la fuente. Todo estaba bañado pro una blancura inmaculada, el paisaje era muy bonito, nostálgico para la muchacha. No había nadie en esos momentos en la escuela, la mayoría de los alumnos se habían ido a una de esas visitas a Hosmade y los demás estaban en clases, pero no ella. Ella había decidido hacer “novillos” ese día. Sebastián había estado distraído y se le había olvidado la clase de Encantamientos, por lo cual, se dedicó a vagar por la escuela, estando atento a no ser que algún prefecto le descubriera. Solo dejó que sus pies le guiaran por donde a ellos les apeteciera y llegó hasta ella. La observó un rato desde lejos, la Gryffindor no lo había notado en ningún momento, por ello, el muchacho pudo notar aquellas lágrimas que ponían sus ojos vidriosos y le hacían ver borroso. Se acercó a ella, despacio, sin apuros y tratando de no hacer demasiado ruido. Cuando estuvo frente a ella la siguió mirando en silencio, la chica también se volvió a mirarlo y desde ese momento. Ambos forjaron una relación tan unida que parecería que jamás estuvieron de algún modo “peleados”.

Los años pasaron, ambos siguieron en sus cursos, ahora se defendían mutuamente. Eline llegó a tomarle tal cariño a su hermano, que se convirtió en su más grande debilidad. Todo lo que pudiese afectarle a él, le afectaría también a ella. Gracias a ese acercamiento por su parte, la niña volvió a tener ese carácter extrovertido y alegre, porque tenía un apoyo, Sebastián. Esa podría ser, digamos, la palabra calve para que ella dé un salto y se ponga inmediatamente a la defensiva. De todas formas, no solo fue de parte de la morocha, sino que también el chico tuvo una respuesta similar hacia ella. Extremadamente cuidadoso, aunque no le gusta que le vean con ella, es otra persona completamente diferente. Amable, hasta cariñoso, su hermana le podía, y le puede.

Eli tuvo un par de amores, aunque todo fracasos, siempre pensó que era un imán para la mala suerte, además que ahora el Slytherin espantaba a todos los muchachos. No es que fuese un chico sumamente grande ni le gustase pelear, además, era bien conciente que su hermana podía protegerse sola, pero él no que quería que ella sufriera nunca más, por cualquier motivo. Así que fuese o no necesario, él no dudaba ni dos segundos en despacharlos a todos.

Esta relación siguió así, fortaleciéndose con el paso del tiempo, tanto, que hasta aquellos que no saben que son hermanos piensan que son novios, cosa que les produce escalofríos a ambos, porque no se ven más que como eso, hermanos.


"A Dirge for her the doubly dead in that she died so young"

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