domingo, 2 de junio de 2013

Sin título

Último año en la preparatoria, luego de esos dos semestres sería libre de elegir lo que quisiera estudiar y no me vería obligado a hacer sociales con nadie, de hecho, nunca tuve que hacerlo pero el respeto siempre pareció algo fundamental en las bases de la vida en Japón y como integrante de aquella patria, no puedo ser la excepción a la regla. Soy un aficionado a los libros desde que tengo memoria y nunca encontré otro placer que no fuese perderme entre sus páginas. El tiempo fluía de otro modo, de manera que yo no tenía mucha noción de su trayecto y hacía que mis días fueran a penas simples parpadeos entre luna y luna. Amanecer habiendo terminado un libro empezado la noche anterior era una costumbre y hasta podría decir que un ritual para mí. Me llevan a otras dimensiones, las historias son mi mundo alterno, donde puedo escapar a mi realidad y sé que no soy el único pero cada cual lo siente a su manera. Supongo que es una mejor salida que beber o fumar, pero créanlo o no, se vuelve una adicción. Soy una persona totalmente introvertida, no me gusta la gente en general pero las situaciones me superan cuando se trata de mujeres. No pienso relatar mis penosas experiencias que afirmaron mi confinamiento en mi cuarto junto a mis únicos amigos de papel e historias infinitas.
No tenía hermanos ni hermanas, pero aún vivía con mis padres hasta que llegara la graduación y así poder ser tal vez un poco más independiente y seguir la carrera de Licenciatura en Letras. Era mi vocación, estaba totalmente enfrascado en aquella decisión que más tarde ese año debería tomar y estaba totalmente seguro que no me arrepentiría.
- Tetsu, estaremos fuera de Osaka durante un tiempo –sonrió mi madre mientras yo veía las maletas sobre la cama con aires de indiferencia. Pero, de hecho, estaba bastante intrigado a dónde iban y porqué.- Estaremos de segunda luna de miel –su risilla inundó un momento la habitación y quedé mirando a mi madre un poco atónito. La verdad nunca se me habría ocurrido tal cosa, pero lo dejé pasar y asentí.
 - De acuerdo
 - Cuídate cariño…-sonó la bocina del coche fuera de casa donde mi padre estaba esperando para irse, me asomé por la ventana entrecerrando los ojos, realmente parecía que querían largarse de ahí cuanto antes.- ¡Ya voy! –gritó mi madre tomando una maleta- Ayúdame, Tetsu.
 - ¿Por cuánto tiempo se irán? –pregunté mientras seguía escaleras abajo a mi madre cargando la maleta más grande. ¿Pensaban dejarme por mucho tiempo? Está bien que yo era bastante cuidadoso, limpio y sabía cocinar –no era la gran cosa pero al menos podría mantenerme vivo hasta que llegaran.
 - Seis meses –comentó con voz cantarina, tan feliz y tan aguda que podría haber roto mis tímpanos. Me la quedé mirando a la vez que pegaba un grito de protesta.
 - ¡No te parece mucho tiempo para dejar solo a tu hijo! –me quejé sin poder creerlo, de hecho. Mi madre puso una cara que no supe descifrar para nada y se subió al auto al mismo tiempo que yo cerraba el baúl del coche.
 - Adiós, pásatela bien y estudia mucho! –fue lo último que escuché de ellos. Mi madre se asomaba por la ventanilla y saludaba, radiante de felicidad. Rayos, bueno, ahora podría ver qué se sentía vivir completamente solo.
 Entré a la casa y suspiré, tendría que pensar en las cosas positivas que podría hacer. Leer. Leer mucho, tal vez sacar libros de la biblioteca de la escuela, caminé por el pasillo hasta el living mientras repetía en mi cabeza los títulos de todos aquellos libros que me hubiese gustado leer y nunca había tenido la oportunidad. Ya sea por el tiempo, el estudio o simplemente porque había comenzado con otros libros. Me recosté sobre el sofá y pasé el brazo sobre mis ojos, nunca había escuchado tal tranquilidad, no una tranquilidad que se prolongaría por meses, una tranquilidad que a la larga me haría sentirme solo y hasta se puede decir que deprimido. Fruncí un poco el ceño, no, imposible, si estaría con mis libros no había chance que sucediera nada parecido, yo podría evadir toda aquella situación enfrascándome con cualquiera de ellos y así el tiempo pasaría tan rápido como una flecha. Por eso no debía preocuparme sino por la cena de esa noche, y absolutamente todas las comidas que debería prepararme yo solo.
Tuve tanta suerte que logré cortarme con uno de los cuchillos favoritos de mi madre intentando rebanar un pepino, en la tele no dieron nada interesante, por lo cual cuando estuvo todo perfectamente ordenado y luego de haberme dado una ducha larga de agua caliente, terminé acostado en mi cama leyendo Dansu dansu dansu de Murakami Haruki hasta quedar dormido. Estaba tan confuso, posiblemente por la temática del libro de ficción.
Esa noche soñé, soñé con un peso aplastante que oprimía mi pecho como si fuese una nostalgia, varios recuerdos de mi pasado también formaban parte de esa presión y una dulce melodía acompañaba todo aquello. Intentaba reconocerla, pero parecía casi imposible. La visión de un dragón celeste que pasaba junto a mí como una exhalación me hizo creer que estaba dentro de alguna de las tantas historias por las que había pasado y que hacía una pequeña visita a ese mundo, me vi rodeado de agua, pero sin ahogarme, sino que respirando en ella y sintiendo su suave mecer. Toda aquella presión que posiblemente hubiese sido un resabio del sentimiento que mis padres me dejaron al irse había desaparecido como si nunca hubiese estado ahí y solamente escuchaba esa bella poesía con un ritmo tan tranquilo que hacía que todo mi cuerpo se estremeciera de pura paz.
 - ¡TETSU!
Un grito rompió aquella utópica felicidad en la que me sentía envuelto, empapado y a la que intentaba aferrarme con todo mi ser, en vano. Abrí los ojos, la melodía se había disuelto en el aire, el sol de la mañana quemaba mis ojos y me impedía ver. Busqué desesperadamente con mis ojos la fuente de aquél escándalo y mi cuerpo se quedó helado al ver aquella criatura.
 - ¡Tetsu, al fin despiertas! –su expresión me causó una sensación incómoda ¿Estaba enojada? – Intenté despertarte por todos los medios, tienes el sueño bastante pesado, eh? –y al instante había cambiado por una sonrisa. Yo… no entendía nada, qué hacía esa chica ahí, quién era y por sobre todas las cosas ¡Estaba tocando mis libros! Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando comencé a atacar cabos sueltos. Mi madre había sonreído de una manera tan extraña e indescifrable cuando se fueron ¿Tenía que ver esa mujer que tenía en frente con aquella expresión?
 Tragué saliva y comencé a devanarme los sesos ¿Había sido esa persona la opresión en mi pecho? ¿Había ella interpretado tan bella melodía? Cuando mis ojos se adaptaron a la luminosidad la observé detenidamente.
 - ¿Por qué no hablas? –su pregunta fue más una exigencia. Sus ojos eran color caramelo oscuro y su cabello tan negro como la noche. Lo que más me sorprendió fue que era tan largo, lacio y sedoso que cubrían sus hombros y espalda como una capa, un manto de la noche a su disposición.
 - Eh… -mi cara fue adquiriendo un color rojo violento ¡Una mujer, una mujer en mi habitación, tocando mis cosas! - ¿Qu-quién eres?
Aquello que fue una pregunta tan normal, tan casual, tan incauta e ingenua fue tomada por puro insulto y con lo que me encontré fue con una lluvia de libros que caía sobre mí como mensajeros del señor. Me cubrí con las sabanas y mis brazos sin poder creer toda aquella situación, tanto me estaba odiando esta chica por no saber quién rayos era. Yo no tenía la culpa que mi madre me ocultara cosas y decidiera repentinos viajes para dejarme solo.
- ¿Cómo que no recuerdas quién soy? ¡Qué cruel eres! ¡Muere! –y no se detuvo hasta que quedé enterrado y mortificado. Las mujeres eran muy crueles, yo no tenía la culpa de nada y siempre se me recriminaba absolutamente todo. El peso estridente de todos esos libros fue removido y luego las sábanas corrieron la misma suerte.
 - Realmente no sé quién eres ¿Mi madre tiene que ver con esto? –abrí mucho los ojos y corrí lo más lejos que pude hasta la otra punta de mi habitación hasta quedar arrinconado. Sin entender, confuso, intentando que todo aquello cobrara algún tipo de sentido oculto.
- ¡Mi nombre es Minami Sonia y soy tu niñera!

No hay comentarios: