domingo, 7 de febrero de 2010

Casi, casi


Su respiración cada vez se agitaba más por la falta de oxígeno, él siempre había sido un poco asmático y eso no ayudaba en nada. No sabía qué hacer, el pánico le nublaba la mente por completo y lo dejaba seco de ideas. Tal vez si él supiese nadar hubiese conservado la calma e ideado alguna forma de escape, pero sabía que ya estaba perdido. Él no se había fijado en la perspectiva de terminar con su vida siendo tan joven y con tantas cosas por vivir, jamás se lo había planteado; pero ahí estaba, uniéndose cada vez más dentro de ese auto, por un descuido tonto. Algo más para agregar era de que él era perfectamente consiente de que no iba a ser rescatado y de que el aire se escapaba demasiado rápido por la ventanilla a penas abierta.

Se mordió los labios, inspiró todo el aire que pudo y se sumergió en el agua gélida del mar del cual iba a formar parte. Una vaga idea había cruzado su mente tan rápido que casi se olvidaba de intentarlo. Con los ojos bien abiertos buscó la manivela para bajar el vidrio y en cuanto la encontró, comenzó a darle vueltas. Funcionaba. Una pequeña ola de esperanza le inundó el pecho y en cuando hubo suficiente espacio como para que él pudiese salir, emprendió su ascenso hacia la superficie.

Sacó la cabeza del agua y ya se sintió a salvo. Tan seguro como pocas veces aunque estuviese plenamente a la deriva. Trató de rememorar aquellas clases de natación donde él no había prestado un mínimo de atención y comenzó a bracear. No es que fuese digno de ir a las competiciones de ninguna clase por su forma de nadar pero hacía lo que podía. La orilla cada vez se iba acercando más, o mejor dicho, él se iba acercando a ella. En cuando pudo sentir la arena entre los dedos de sus manos se relajó por completo. Estaba cansado y con los músculos engarrotados, jadeaba con suavidad por el esfuerzo físico que había hecho hacía simples segundos y ya no le importó que estuviese en un lugar que no conocía solo estaba consiente de que estaba en tierra.

Ahora solo quería descansar y así lo hizo, tal vez más rápido de lo que esperaba. Normalmente daba de vueltas en la cama hasta que se dormía, pero esa vez había sido distinta y lo agradecía de a montones. Con un último suspiro se abandonó a los brazos de Morfeo bajo aquél cielo inundado de estrellas y la brisa marina que le acariciaba la cara.

No hay comentarios: