miércoles, 6 de enero de 2010

Del amor al odio hay un solo paso IV

Desperté gritando, deshorientada. Me abracé a lo primero que encontré y según lo que recordaba era Malfoy. Levanté la mirada para verificar que en efecto, tenía los ojos muy abiertos y parecía que se había llevado un buen susto por mi grito. No pasaron diez segundos y todo el miedo y la tristeza caían sobre mi como si fuera el primer día. Estaba aterrorizada.

Lo abracé fuerte y comencé a llorar nuevamente, no por eso quería decir que no lo había estado haciendo anteriormente. Esta vez era un llanto desesperado. Me sentía inútil, indefensa, como cuando tenía siete años. Este era solo uno de los tantos episodios que sufría desde aquella vez.

- ¿Blake? ¿Estas bien? -me había llamado por mi apellido, no por mi nombre. ¿Porque? Tal vez no lo sabía. Tal vez solo conocía mi apellido de clase. Seguí llorando queriendo en ese maldito momento a mis padres, necesitándolos.

- Draco, tengo miedo -sollocé ocultando mi rostro en su pecho de nueva cuenta, como lo había echo hacía unas horas. No me daba vergüenza admitirlo, ahora nada me importaba, sentía un terrible miedo irracional ya que los mortífagos no estaban aquí.

- ¿A qué cosa? -su voz se había dulcificado dentro de la gama de los tonos fríos. Aún no abandonaba ese tono algo distante que tanto odiaba. Me preguntaba si lo que escucharía le sonaría patético o qué.

- A los mortífagos -dije con un nudo en la garganta, el tan solo nombrarlos hacía, en esos mismos instantes, que temblara. Si, ahora que me daba cuenta estaba temblando y seguía teniendo frió.

- Eso es sensato -comentó. ¿Sensato? ¿Osea que estaba bien tenerle miedo a esos tipos? ¿Acaso Malfoy estaba pirado?- Deja de llorar o te vas a secar, venga, volvamos al castillo, estas helada -dijo en un tono que únicamente podía clasificar de preocupación y diversión ¿Le divertía mi tristeza, mi pánico, mi miedo? Era ralmente cruel.

Me tomó de los codos, se puso de pié y me ayudó a mi a hacerlo también. Me sentía débil y estaba segura que tenía los ojos rojos así como las mejillas. Me dolía la cabeza de tanto llorar.

- ¿Puedes estar en pie? -aún no me había soltado, asentí con la cabeza suspirando largamente. La verdad era que Malfoy se estaba portando bastante bien conmigo y eso me agradaba, de todos modos podía sentir ese distanciamiento suyo tan particular.

- Vamos -me urgió. Rayos ¿Qué cosa tenía con irse de aquí? Saqué mi varita la cual comenzó a iluminar el lugar con el encantamiento Lumos. No quería que nos cayéramos por las escaleras. Tomé su manos sin su concentimiento y comenzamos a bajar hasta el piso inferior. Con cada escalón que pisábamos la madera soltaba un horrible rechinido, maldita casa.

Draco estaba muy pegado a mi, tanto, que hasta me dio la impresión que coordinaba sus movimientos con los mios a propósito y eso me parecía algo de lo mas irritante. Caminamos por la sala hasta dar con la puerta. Aún no me acostumbraba a la luz de mi varita en alto, había pasado mucho tiempo en la oscuridad y mis ojos estaban muy sensibles por haber llorado tanto.

El Slytherin abrió sin mucho esfuerzo la puerta con una mano ya que con la otra aferraba la mía. En un acto caballeroso que solo me hizo rodar los ojos me dejó pasar primero. Eso, irremediablemente me recordó a Silvio y no pude mas que sonreír disimuladamente.


------


El frío azotó mi rostro como siempre hacía. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me giré para ver a mi compañero cerrar la puerta tras él. Apagué la luz de la varita por segunda vez en la noche, ya que se veían las estrellas y la luz de la luna era suficiente para alumbrarnos en nuestra travesía al colegio. Sentí un pequeño apretón en la mano y me giré otra vez para ver que Malfoy pasaba por mi lado y digamos que me arrastraba encaminado hacia la escuela.

- Eh, tranquilo ¿Tienes miedo? -me burlé, aunque no sabía porqué lo hacía. Parecía que todo mi miedo se había ido por el caño al salir de esa casa. Se volteó para, lo que pude reconocer, fulminarme con la mirada.

- Lloraste mucho, debes tomar agua antes de que te deshidrates -su voz volvía a ser como un cubito de hielo. Suspiré con desgano y le seguí, poniéndome a la par suya.

- ¿Me dirás qué rayos pasó antes? -lo miré de reojo. Si había sido un momento de descontrol, no quería estar cerca de él para el siguiente. La verdad me parecía un chico muy peculiar, si tan solo no fuera tan distante hasta me agradaría.

- No sabría explicarlo, tal vez el odio a los traidores mugrientos me ganó -ese tono no lo habandonaría jamas ¿Cierto? Suspiré molesta, hasta tomados de la mano no podíamos llevarnos bien sin su cooperación.

- ¿Se te están acabando los insultos, Malfoy? ¿Ahora recurres a la violencia?- mi tono mordaz fue lo que mas me descolocó ¿Yo había dicho eso? Se giró en redondo para verme y paró en seco, parecía tan desconcertado como yo.

- Vaya, Blake, se nota que no te conocía -me miró unos segundos mas y juraba que hasta me sonreía cálidamente. Volvió a la marcha por el camino.

Me dediqué a observar las estrellas, en realidad, era como una pequeña alianza que habíamos formado, aún no me tragaba que en en realidad fuera así, esa coraza suya era mucho mas dura de lo que pensaba. Pero no me daría por vencida, debía insistir hasta que alguna de sus reacciones me lo impidiera.

- ¿Así que somos amigos? -consulté volviendo la vista al chico tras un rato de silencio absoluto. Era realmente interesante y raro que nos odiemos tanto que hasta eramos amigos. Porque lo eramos ¿No? Eso solo lo definiría él, en mi mundo, si, efectivamente lo eramos porque no veía una razón lo suficientemente convincente para que no lo fuéramos.

- Algo así -admitió ya sin frialdad de ningún tipo. Ahora solo hablaba con normalidad, como yo lo hacía y eso verdaderamente me había reconfortado. En el fondo, muy en el fondo, sabía que era un buen chico. Sonreí satisfecha y apreté su mano cálida, yo aún tenía frió, pero se me había olvidado sumergida en mis pensamientos.

No hay comentarios: