martes, 12 de enero de 2010

No otra vez... III

Había comenzado a llover con fuerza, la ciudad era azotada sin piedad por el agua y una ola de frío se había apoderado cruelmente de la población. Le auto iba abanzando todo lo que la carretera le permitía, tenía que llegar cuanto antes a la Catedral. Le imposible que hubiesen encontrado de esa forma a su hermana y simplemente tenía en mente que era una broma de mal gusto de algúno de sus ex colegas. No cabía dudas de que aquello que le habían dicho era un disparate ya que la última vez que la había visto ella le había prometido que se quedaría en el club y que un amigo la traería a casa. Si, él ya había investigado a ese "amigo" y si, él lo tenía bajo vigilancia desde esa misma noche.

Aparcó el auto en el estacionamiento y salió a la carrera hasta toparse con un oficial de la policía que salía de la iglesa. Su mirada era severa y se denotaba que no habían buenas noticias ni para él ni para su hermana.

- ¡No lo creo! -objetó con una chispa de ira e incredulidad en los ojos la cual pocas veces se había visto en él. El hombre únicamente sacó una foto de esas instantaneas que se tomaban en el momento y se la mostró. Pero el detective a penas darle una mirada se metió por el hueco de la puerta para verificar por sí mismo y efectivamente ahí estaba; su ropa manchada con la sangre no le era buena señal.

- ¡Isa! -corrió hasta ella saltando el ballado de la policia. La rubia estaba sentada ene l suelo, sin enteder nada de nada. Parecía una niña en medio de un bosque, su dulce rostro estaba cruzado por el temor y la desesperación que pronto fue aliviado por la nueva visión que tenía. Su hermano había ido a sacarla de todo eso, todo iba a ir bien, se iban a ir a casa.- ¿No dijiste que tu amigo te iba a llevar? -el ceño fruncido de él la confundía aún más. ¿Ella había dicho aquello? No lo recordaba.

- Yo... no... -miró el cuerpo del hombre que tenía a sus pies y se le llenaron los ojos de lágrimas como antes. Su maquillaje estaba arruinado y no tenía la mas mínima idea de lo que había pasado.- recuerdo -terminó en un suave murmullo. Su tono era lastimero y su voz era tan nímia y cálida que le podría haber roto el corazón hasta el más despreciable de los criminales.

Lo peor de todo, es que ella no tenía ninguna coartada para lo que se venía.

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