viernes, 22 de enero de 2010

Llamada

Sonó el telefono y no me apresuré en contestarlo ya que sabía quién era. Me llamaba cada día a la misma hora, exeptuando los jueves cuando tenía que ir al psicólogo. La verdad es que nunca me había gustado que ella fuese a... eso. Nunca le entendía la gracía de sentarse a contarle toda tu vida y tus pensamientos a una persona que apenas conoces para que luego te diga tu grado de locura, como si ellos fueran perfectos e inmaculados. A veces y hasta me llegaba a dar odio el simple hecho de que existieran.

- ¿Si? -tomé asiento en mi lugar de siempre mientras enrollaba en un dedo un mechón de mi cabello oscuro.
- ¡Hola! -su voz sonaba bastante animada, pero claro. Dudaba que en esas cuatro horas que habíamos estado separas le hubiese ocurrido algo malo.
- ¿Qué haces?
- Nada, solo estaba pensando... - y ahí, dejé oficialmente de escuchar lo que me decía. Claro, no es que yo fuese una mala persona y no la aguantara, pero es que ella pasaba mucho tiempo habalndo de un solo tema y eso me parecía baste aburrido.
- Ajá -me limitaba a decir mientras miraba por al ventana el cielo que a mi parecer estaba bastante despejado. Estos últimos días había llovido bastante. Algo llamó mi atención y esta vez me puse a escuchar de verdad toda su cháchara.- Espera, espera ¿Qué?
- ¡Que creo que me gusta! ¿Sabes? A veces pienso que realmente no oyes lo que te digo - Y ella no tenía una idéa de lo acertada que estaba.
- ¿Quién te gusta? Ah, espera, ése, el rarito con el que estás siempre? -no podía creérmelo, yo sabía que esos dos iban a terminar juntos.
- Si... bueno, es que no sé y no le digas rarito porque sino mañana te voy a moler a golpes -ella tan agresiva como siempre... Me constaba que fuese mi amiga, pero había algo que me hacía estar con ella, una especie de empatía extraña. No me pasaba con mucha gente, lo peor de todo es que no teníamos mucho en común.
- Ok, ok, no le digo "rarito" -reí- ¿Porqué no sabes?
- Odio que hagas esas preguntas, yo qué sé porqué no sé! Es extraño -todo lo es en él. Pensé con cierta malicia. - Necesito que la gente sea demasiado cariñosa conmigo y él lo es, tenemos muchas cosas en común, si que... supongo que me gusta -La conocía de memoria y eso era totalmente cierto, hasta podía apostar que se estaba encogiendo de hombros en ese mismo momento.
- De acuerdo, no sé qué decirte, sabes que no soy buena en este tema...
- Eso es lo que más detesto, siempre puedo dar consejos pero nadie puede aconsejarme... -se escuchó el suspiro del otro ladod e la linea y de la nada, me entró un poco de indignación lo cual me hizo querer gritarle algunas cosas pero no lo hice, por mi bien.
- Esto... tengo que irme, mi madre quiere hablar por teléfono... -mentí lo mejor que pude, de todas formas sabía que ella no me creería.
- Espera, no escapes asi! So... -colgué y salí huyendo de la cocina hasta mi cuarto. Dios, si que no la aguantaba cuando se ponía de ese modo.

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