sábado, 22 de mayo de 2010

InLove




Qué cambio tan drástico, qué fácil es romperme, que fácil es herirme, que fácil fue cambiarte, y que difícil se me hace. Pienso en tantas cosas y no entiendo nada, casi todo me lleva a esa palabra clave que seguramente te dejaba en la duda "suposiciones". ¡Maldita palabra! Ojalá pudiéramos regresar a donde comenzamos, o en el tiempo, un poco menos ¿Te habrás cansado? ¿No me soportas mas? Me viven recorriendo escalofríos si lo pienso, la gran tristeza es aplastante, te despediste y te di la espalda, porque estaba enfadada, dolida y no quería saber ya más nada de ti pero lo cierto es que quiero que me expliques, que me abras los ojos y me hagas darme cuenta de mi error. No corrí hacia ti, sabía que en verdad te ibas a ir, volverías, lo se, pero no cuando, porque tus horarios varían y nunca me fijé, ciertamente, en cuando aparecías. Porque el caso no es cuando, si no que estabas de nuevo aquí, conmigo, volviendo a jugar, peleando, burlándote y no sabes cuánto lo extraño.

Ya ha pasado al menos una hora, vuelves, ¡Oh, Dios, vuelves! ¡Me hablas! ¡Eres tan descarado que me hablas luego de una hora en que tuve el corazón en la boca! Es... es... es como si en ese tiempo hubieses vivido en un vacío, ciego, estúpidamente ciego como para notar siquiera lo que pasa alrededor. El mal que me hiciste. Y me lo preguntas, cómo haz hecho para tratarme mal, acaso eres idiota? Yo te doy mis razones, pero sin ganas de verte a la cara, ni escucharte, ni que estés a mi lado junto al sofá, mientras, en aquella hora de tortura, recordaba aquellas noches en que la actitud áspera me había hecho desbordarme a tus espaldas y derramar lágrimas amargas. Y lo peor es que te sigo queriendo, hagas lo que hagas, digas lo que digas. En serio, yo no sé cómo le haces para ser tan estúpido y luego te defiendes con que yo también lo había hecho, pero yo no hago las cosas de maldad, lo hago para que me prestes atención, y tampoco es que te hubiese hecho daño. Si algún día, alguna vez me entero, sería como una puñalada, algo que intentaría recompenzar de cualquier manera posible.


Tu silencio me intimida, me siento pequeña a tu lado, con miedo de que vuelvas a esa indiferencia. ¿En qué estarás pensando? Me pregunto mientras sigo con la mirada clavada en el suelo, temerosa de ver tu rostro, seguramente inocente, vacío de toda culpa. ¿Llegarías a darte cuenta de cómo me siento? No lo sabía, esperaba que si, y esperaba una disculpa, por pequeña que fuese. Y ahora no quieres que mire el suelo, me lo dices, en vez de tomarme por la barbilla y obligarme a mirarte, como cualquiera haría. Pero de todas formas, yo sigo sin moverme, pero te lo cuestiono ¿Por qué he de mirarte? Si me duele ¿Por qué he de hacerlo? Pero sin dudas tu contestación me saca de mis casillas y me decepciona mucho más ¿No he de hacerlo? ¡Ahora resulta que no tengo porqué mirar el suelo! Es definitivo, que tú, tú, no entiendes nada. Nunca, eres tan indiferente a todo, aún cuando intento ser fuerte frente a ti, jamás, jamás llore mientras tú estabas presente para mirarme, jamas lo demostré y creo que me alegro de ello.
Y cuando te digo que si, que si tengo mis motivos, que me siento mal ahí caes en la cuenta y te disculpas. Me miras, te tallas el rostro, como... como si fuese algo cansador todo aquello, pero yo, yo que como tonta enamorada no puedo decir que no a tus pedidos ni a nada tuyo, al fin me pides perdón y lo dejo pasar y te abrazo, sintiendo el corazón latir tan rápido y ese vértigo, al que todos llamaban "Mariposas", en la boca del estómago. Me dan escalofríos y me siento bien. Me prometes que no volverás a enojarte, y yo te creo, yo te creo aún tonta, porque confío ciegamente en ti.
Entre tus brazos y sintiendo ese cosquilleo cuando tocas mis mejillas ya no tengo preocupación alguna. Ese pedazito de mi corazón que se había quebrado se vuelve a enmendar. Todo tan fácil, porque yo lo pongo fácil, porque tu me lo haces fácil. Yo asiento, y sonríe, no puedo hacer mas que sonreír. Y luego, como una tentación, besas mi mejilla y ahora si te preocupas, siento una emoción contenida, me cuestionas si me dolió el empujón y juntas tu mejilla con la mía, pero yo no quiero eso, yo quiero que me beses aunque no protesto y disfruto, me conformo con lo que estás dispuesto a darme.
Aunque tenga que mentirte y decir que que no había sido nada, en realidad había sido, también, como un empujón a mi felicidad, a mi cariño, como un rechazo. Aunque en ese momento habíamos estado jugando. Me aferro mas a ti, como si te fueses a esfumar en cualquier momento y dejarme sola de nuevo. Me acaricias los brazos, lo encuentro tierno, me gusta que estemos así, me siento en paz. Y como si me hubieses leído la mente, cambias de tema, mientras yo, me entretengo mirándote y siguiéndote la charla, porque lo necesito.

No hay comentarios: