martes, 18 de mayo de 2010



Tomó su manito regordeta, hacía tan solo cinco minutos que los agentes habían llegado y lo habían dejado en la puerta de su casa pero él sentía que hacía mucho, mucho tiempo que le conocía. Que en realidad había estado con él desde el momento de su nacimiento, le miraba con ojos cariñosos y tiernos pensando en la cantidad de cosas que le esperaban al niño ahora que viviría con él. Lo único que temía era que se sintiese intimiedado por las dimensiones de la mansión y lo severo del comportamiento de su tía, pero él estaba seguro que le tomaría amor con rapidez. Acarició los ruloz rubios y sedosos del niño mientras caminaban por el aplio pasillo recubierto de madera, dando comienzo una nueva etapa para ambos.

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