jueves, 10 de diciembre de 2009

Del amor al odio hay un solo paso II

Las manos de la chica inconsciente resbalaron por el brazo del rubio, casi hubiera jurado, de no ser porque ella estaba inconsciente, que lo estaba acariciando. El muchacho dejó de hacer presión y todo lo que podría haber estado en su mente se esfumó dejando solo una cosa. Vacío. Se sentía extraño, recostó a Eline en el suelo. Ahora lo que debía hacer era comprobar si la había matado o qué.

Se inclinó sobre ella, sobre sus labios y escuchó su espiración apagada, débil, a penas e inspiraba aire. Bajó su oído hasta el pecho de la chica para verificar sus latidos, se sintió algo pervertido, pero no escuchaba nada. Volvió a echarce algo para atrás y miró su rostro unos segundos para luego, con el dedo índice y medio buscar su pulso en el cuello el cual facilmente encontró. Las pulsaciones era lentas pausadas y casi inexistentes. No, no podía morir.

En cuanto se apartó un poco, reparó en lo fría que estaba. Debía llevarla al castillo, a la enfermería pero ¿Cómo zafar luego? Le habrían preguntado qué le había pasado a Blake y él no sabría qué rayos contestar, además de que le darían un castigo por estar fuera del colegio a esas horas de la noche. Además de que ahora que se detenía a observarla puedo notar las marcas de sus manos en torno a su frágil cuello. Eso le hizo sentir aún peor.

Aún se preguntaba cómo es que había echo algo tan estúpido. Así que la única opción era, si no quería meterse en serios problemas, quedarse ahí y esperar que la chica despertara. Lo que menos necesitaba ahora era un regaño, varios puntos menos para Slytherin y tener que quedarse los Sábados durante un mes a hacer lo que inepto del Director dijera.

Se sentó en el suelo y apoyó la espalda contra la pared, si sus conocimientos, aunque fueran vagos, no le fallaban, debía mantener el cuerpo de Blake caliente y no dejar que se enfriara. La tomó en brazos, se quitó la túnica de Slytherin a su pesar y tapó a la muchacha con la misma.

Luego de acomodarla se quedó mirando en un punto fijo, tratando de acomodar sus ideas. No sabía cuándo iba a despertar, tampoco si lo iba a hacer y menos la reacción que tendría al verlo, a su atacante. Lo único que le preocupaba era lo que pasaría cuando recuperara la conciencia, si lo delataba estaba muerto. No podía dejar que pasara eso. Suspiró de cansancio, tantas cosas por hacer, por realizar, ella solo era una piedra en su camino, una dificultad que debía dejar pasar ¿Cierto?

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