martes, 22 de diciembre de 2009

No otra vez...

Las lágrimas seguían brotando de sus ojos, vigorosas e insoportables. No entendía cómo es que había llegado a eso, ella no debía estar ahí. Se arrodilló junto al cuerpo y lo abrazó, deseando que aquello solo fuese un mal sueño del cual poder despertar. Nunca le había pasado nada parecido, jamás había sido para tanto, ese problema que tenía había ido muy lejos. Lo peor de todo es que no podía recordar nada de lo que había hecho durante ese corto lapsus de tiempo.

La noche caía sin piedad, indiferente a todo y todos. El lugar se sumía en penumbras y ella seguía ahí, sin moverse, solo sollozando. La única fuente de luz era la vela que reposaba junto a la mesa sobre el altar. Un frío absoluto reinaba en la iglesia que había sido escenario de aquél asesinato tan macabro. A medida que el tiempo pasaba el llanto iba aminorando, vencido por el sueño y el cansancio. Se había dormido tan impasible... todo eso no había sido nada, aún faltaba mucho por ocurrir en la mañana.

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